Los sueños premonitorios son indispensables para una bruja. Alimentan la incertidumbre

Dormir mientras una navega es tarea difícil. Las turbulencias y los vientos no son necesariamente una cuna mecedora.




Día 6
Mi coraza se acostumbró a ese ruido que no cesaba por las noches. Las velonas azotando entre sí con su sonido hipnótico acompañaban mi insomnio. Veinte minutos me quedaba mirando fijamente los soles con su danza. Ese era mi descanso. En la habitación que designaron para mí todo era de color azul oscuro, ribetes amarillo ocre, tubulares de óxido con más azul. Llevaba un par de peludinas para alejar el frío. En este lugar entra con una humedad distinta a la Tierra de todas las Magias. Estamos entre el Río de los Remedios y la Jarilla de los Riscos. Debajo corren aguas negras, verdes, azules, blancas espumosas, tornasoles...

Por fin pude entrar. La Tierra de los Sueños es de incómodo acceso para mí, una Brujimilia navegante e insomne. No cerraste la puerta al salir me dice una voz bajita. Mis dedulces fiteos se comienzan a hundir en lodo. Intento seguir en movimiento, pero ya no es posible. Estoy estancada. 

Nota mental

Para poder entrar y salir fácilmente de La Tierra de los Sueños es necesario:
1. Un buen ungüento para la incertidumbre
2. Una cucharada de desvelo ocioso
3. Un atrapa miedos



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